La historia de tu luz.
Teníamos un gusto peculiar y la mayor parte del tiempo teníamos aliento con olor a café.
A mí me gustaban los pequeños pasteles de chocolate y a él le gustaba consentirme, me abrazaba cada que podía y durante algunos meses, pasar tanto tiempo a su lado día tras día, me sirvió para desenamorarme y enamorarme de él.
Sé que está consciente de cuánto me dolió que me rompiera el corazón y se ha esmerado tantos días de su vida para repararlo.
Porque a pesar de mi terquedad de alejarme, él no se alejó de mí y solamente por eso es que estoy aquí, mirando este pequeño pastel que me ha traído y contemplando lo pequeño que es el universo, lo poco que cabe el amor en el corazón y los espacios tan grandes que hacemos para el sufrimiento.
La primera vez que caminamos bajo la lluvia se atrevió a pedirme que no me enamorara de él pero eso era imposible, como no quererle si era un hombre más allá de increíble.Me hizo feliz en tantas ocasiones en distintos tamaños, formas y colores, sabe exactamente cual es mi chocolate favorito y cuanto me gusta escuchar su corazón mientras lo abrazo y él siente como palpita el mio cuando esta cerca de mi, tanto que podría salir saltando de mi pecho para caer en sus manos. Y así lo tiene.
Y estando en medio de la ciudad que tanto amo, viendo todas esas luces, un faro color rojo, estuvimos sentados y mientras me abrazaba derrame una lágrima, casi invisible para el resto del mundo pero no para él, me pidió que no llorara aunque era demasiado tarde para eso, tan tarde como para pedir que no lo quisiera o que de nuevo pidiera que no me enamorara de él, yo siempre estado perdida en su mirada y él ha estado perdido en la profundidad de mi corazón.
Y no quiero hacer absolutamente nada para sacarlo pues de cualquiera de las formas posibles me hace feliz y su recuerdo en mi mente siempre consigue sacarme una enorme sonrisa, una sensación cálida en medio de mi ser y una ilusión de que entre nosotros pueda algún día existir algo mas.
Porque pocas veces en mi vida de entre tantos momentos los suyos son los que realmente han conseguido hacerme feliz, completa, sin que nada me haga falta, sin poder desear algo mas, sin necesitar que algo sea diferente, esas veces en las que me mira y me deja tocar su rostro, apreciar cada detalle lentamente y recorrerlo con mis dedos, esas veces en las que puedo tocar sus labios con los míos, esas veces en las que me llena el alma y sostiene mi corazón, son las pocas veces en las que he sentido lo que realmente se llama felicidad.
Llena cada vacío en mi, cambia cada día gris, calma la inquietud y me da paz.No hay nada en el mundo mejor que todas esas sensaciones, no existe nada mejor en el mundo que lo que me hace sentir y es por eso que lo quiero, para siempre cerca de mi, con lluvia, con café, con las luces de nuestra ciudad, aun así con una lágrima y con todos los latidos que me restan del corazón.
A mí me gustaban los pequeños pasteles de chocolate y a él le gustaba consentirme, me abrazaba cada que podía y durante algunos meses, pasar tanto tiempo a su lado día tras día, me sirvió para desenamorarme y enamorarme de él.
Sé que está consciente de cuánto me dolió que me rompiera el corazón y se ha esmerado tantos días de su vida para repararlo.
Porque a pesar de mi terquedad de alejarme, él no se alejó de mí y solamente por eso es que estoy aquí, mirando este pequeño pastel que me ha traído y contemplando lo pequeño que es el universo, lo poco que cabe el amor en el corazón y los espacios tan grandes que hacemos para el sufrimiento.
La primera vez que caminamos bajo la lluvia se atrevió a pedirme que no me enamorara de él pero eso era imposible, como no quererle si era un hombre más allá de increíble.Me hizo feliz en tantas ocasiones en distintos tamaños, formas y colores, sabe exactamente cual es mi chocolate favorito y cuanto me gusta escuchar su corazón mientras lo abrazo y él siente como palpita el mio cuando esta cerca de mi, tanto que podría salir saltando de mi pecho para caer en sus manos. Y así lo tiene.
Y estando en medio de la ciudad que tanto amo, viendo todas esas luces, un faro color rojo, estuvimos sentados y mientras me abrazaba derrame una lágrima, casi invisible para el resto del mundo pero no para él, me pidió que no llorara aunque era demasiado tarde para eso, tan tarde como para pedir que no lo quisiera o que de nuevo pidiera que no me enamorara de él, yo siempre estado perdida en su mirada y él ha estado perdido en la profundidad de mi corazón.
Y no quiero hacer absolutamente nada para sacarlo pues de cualquiera de las formas posibles me hace feliz y su recuerdo en mi mente siempre consigue sacarme una enorme sonrisa, una sensación cálida en medio de mi ser y una ilusión de que entre nosotros pueda algún día existir algo mas.
Porque pocas veces en mi vida de entre tantos momentos los suyos son los que realmente han conseguido hacerme feliz, completa, sin que nada me haga falta, sin poder desear algo mas, sin necesitar que algo sea diferente, esas veces en las que me mira y me deja tocar su rostro, apreciar cada detalle lentamente y recorrerlo con mis dedos, esas veces en las que puedo tocar sus labios con los míos, esas veces en las que me llena el alma y sostiene mi corazón, son las pocas veces en las que he sentido lo que realmente se llama felicidad.
Llena cada vacío en mi, cambia cada día gris, calma la inquietud y me da paz.No hay nada en el mundo mejor que todas esas sensaciones, no existe nada mejor en el mundo que lo que me hace sentir y es por eso que lo quiero, para siempre cerca de mi, con lluvia, con café, con las luces de nuestra ciudad, aun así con una lágrima y con todos los latidos que me restan del corazón.
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