Treinta y tres minutos.

Son los minutos del camino de mi casa a la tuya.
Son los minutos que me faltan siempre para amarte, son los minutos que maldigo todos los días, los que quisiera se hicieran diez o cinco o ninguno.
Quisiera estar a tu lado al momento en que lo pienso o que tu perfume me acompañara todo el tiempo junto a mi, quisiera deshacerme de las barreras de los kilómetros de las fuerzas que nos separan, quisiera esos treinta y tres minutos para desaparecer.
Son los minutos de mi vida que se desperdician en la carretera, son los segundos que se me escapan, los treinta y tres minutos que necesito para decaer.
Son los que sumados representan una fractura en el tiempo, que me va comiendo y destruyendo lejos de ti, lejos del mundo, lejos de nadie, son los minutos que me comen de ansias, me comen de hambre, me dejan herida y sin florecer.
90 km/h o 100, no hay velocidad con la que se disipen y esta distancia es la que me hace cansarme cada vez que tengo que ir y me dan ganas de no irme, me dan ganas de huir, quisiera los treinta y tres minutos para no extrañarte otra vez.

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