Piel fria | Cuento.

Había una vez una mujer muerta... en realidad no se si es correcto comenzar a narrar esta historia con tales palabras, yo no soy un escritor.
Mi nombre no importa realmente, soy forense. 
Acababa de graduarme de Medicina forense y comencé a trabajar en el anfiteatro del hospital universitario.
Diariamente me encontraba en una sala fría, color blanco, con mesas de aluminio y estaba acompañado de varios cadáveres. 
Trabajaba de día, siempre hay movimiento, todos los días miraba e identificaba diversos cadáveres y ayudaba a realizar autopsias, ese era mi trabajo pero con los pocos meses de experiencia que tenia nunca había realizado una autopsia solo y completa. Solo era un ayudante, había días en los cuales realizaba mas papeleo y ayudaba mas a identificar cadáveres de personas que habían muerto en el hospital hacia horas antes.
Por lo tanto, a pesar de ser apasionado de mi trabajo no estaba completamente entrado en el, aun.
Todos los días entraba a las ocho de la mañana y terminaba a las tres de la tarde, de lunes a viernes y mi horario no cambiaba nunca, hasta aquella vez.

- Ya me voy, nos vemos mañana - le dije a mi Jefe
- Mañana necesito que llegues a las once de la noche - contesto ocupado mirando algunos papeles
- ¿Tan tarde? - pregunte
- Si - afirmo sin mirarme
- De acuerdo -


Trabajo era trabajo, así que tome mi mochila y camine para salir de ahí.
Fui a mi casa y pase el resto de mi día solo como siempre. 
Desperté temprano como era costumbre pero recordé que tenia que cambiar de horario así que volví a dormir un par de horas, cuando desperté comí algo y comencé a pensar que estaría ahí toda la noche, que nunca había estado de noche y no tenia idea de que tan fuerte podía ser un cambio tan drástico, por si acaso pensé en tomar algún café o azúcar para mantenerla fácil pero entonces comencé a ponerme nervioso, un poco raro en mi.
Nos han enseñado que los cuerpos son solo cuerpos, una persona que muere no tiene porque ponernos nerviosos.
Se paso el día y llego la hora de irme, camine por calles obscuras para llegar al hospital.
Cuando entre los pasillos estaban solos con la hilera de sillas y la puerta al final, fui directo ahí como todos los días y entre, en la oficina se encontraba el Jefe de forense.

- Buenas noches - dijo en un tono lúgubre que no escuche antes
- Hola - conteste preguntándome que sucedía
- Oscar no viene hoy, te encargaras tu solo - 
- ¿Enserio? - pregunte, jamas estaba solo
- La noche esta tranquila, no ha llegado nadie - comento
- Esta bien - 


Fui a la sala donde estaban los cuerpos, estaba vacía. 
No conocía ese turno pero no había ni un cadáver en espera, ninguno que fuera a ser recogido, ninguno a programar. Nada. 
Así que estuve ordenando y limpiando, pasadas dos horas después de la media noche comencé a sentir sueño. No debía tener sueño y por mas que quería evitarlo mis parpados seguían sintiéndose pesados.

Salí para ir al comedor general para buscar un café, lo prepare y regrese tratando de no tardarme tanto, al volver al pasillo en la hilera de sillas estaba sentado un oficial, pase sin que me dijera nada y al abrir las puertas pasando la oficina vi un cuerpo. Me di la media vuelta y el oficial estaba detrás de mi tan silencioso y serio. Me dio un escalofrió por unos segundos y lo mire.

- ¿Que necesita? - pregunte 
- Aquí están los papeles de la victima - me dijo y me extendió un expediente para que lo tomara
- ¿No lo atendieron antes? - Dude, ¿Donde estaba mi Jefe?
- No había nadie - tome el expediente y lo abrí
- Bien... - comencé a leer y camine hacia adentro acercándome al cuerpo sintiendo la presencia del oficial detrás de mi - Femenino, veintidós años, herida de arma blanca... - dije
- La encontraron en un callejón hace algunas horas - 
- ¿A que hora vendrán por ella? - 
- A las seis de la mañana -
- De acuerdo - volví a mirar el expediente, una herida de arma blanca... Mire de nuevo hacia donde estaba el oficial y ya se había marchado, cuanto silencio al caminar.

Deje el expediente a un lado de la mesa, el cadáver estaba cubierto con una sabana blanca de tobillos a cabeza, en su pie tenia una identificación. 
Tenia que realizar una autopsia. Mi primera autopsia sin supervisor. ¿Donde estaba mi jefe si no era mas que en su oficina? ¿A donde se había ido?
Tome la tela blanca desde la cabeza y descubrí el cuerpo.

Era una mujer, joven, pelirroja, su piel blanca y pálida en toda la extencion de la palabra muerte, hermosa en toda la extencion de la frase 'Si estuviera viva', descubrí todo el cadáver y deje la tela a un lado, lo examine. Tenia una puñalada de lo que parecía ser un cuchillo de cocina de aproximadamente treinta centímetros a travesando su corazón, centralmente, única herida. ¿Como es posible que solamente tuviera una herida? Muchas preguntas se formularon en mi mente buscando el posible escenario del encuentro con el asesino de esta mujer, mis dedos con guantes de látex color blanco recorrieron la herida. De una forma muy curiosa y exacta atravesó su corazón, justamente su corazón. 
Me concentre y prepare los instrumentos que necesitaba, despues de algunos minutos de estar listo y pensarlo y pensarlo decidí comenzar.
Tome el bisturí, el mismo que usábamos siempre y me acerque al mismo punto exacto donde siempre se hundía para abrirlo cerca de la clavícula, el instrumento toco su fría piel...

- Yo no haría eso si fuera tu - 


Una voz penetrante se escucho a lo largo de la sala, mis músculos se tensionaron, la presión de mi corazón disminuyo tanto instantáneamente que casi aseguro que se detuvo unos segundos, la definición de miedo se quedo muy lejos a lo que sentí. Me quede unos segundos recapacitando y mandando impulsos mentales a mi cuerpo para que respirara, una voz de una mujer, una voz que seguramente me estaba imaginando.
Respire hondo y volví a poner el bisturí en su piel

- Eres un hombre terco. - dijo de nuevo

Me quite inmediatamente,me aleje del cuerpo y mire toda la sala, vacía. 
Camine hacia la puerta, pase la oficina, llegue a la linea de sillas en el pasillo, ni una sola alma se asomaba cerca de mi. Mire hacia todos lados preguntándome que estaba sucediendo y con miedo me acerque de nuevo al cadáver, la mire, inerte, muerta, ella no era quien hablaba, respire hondo de nuevo y rápidamente hundí el bisturí en su piel. Un grito desgarrador se escucho inmediatamente, uno que no se borra de mi mente nunca. Me quite, mi respiración se agito y mi mente comenzó a dar vueltas.

- Te dije que no lo hicieras!- grito
- ¿Quien esta ahí? - pregunte nervioso
- Aquí estoy - 
- ¿Donde? - 
- Me estas viendo
- ¿Esto es una broma? - pregunte
- Ojala lo fuera - 
- Esto no puede estar pasando - susurre 
- Pero me puedes escuchar - 
- No - lo negué
- Me estas escuchando - insistió


Me quede callado, no me podría creer esto, de verdad esto no era real. Me acerque de nuevo al cuerpo, la mire fijamente algunos minutos, los minutos mas largos esperando que se moviera, que respirara, que hiciera un gesto y nada sucedió. Acerque mi mano lentamente y la toque por el mentón.

- Quitame la mano de encima maldito pervertido - dijo molesta

Esto no podía estar pasando, quite mi mano.

- Esto no es real - 


Me quite los guantes y puse de nuevo la tela blanca cubriendo el cuerpo, camine de un lado a otro y salí al pasillo, todo estaba vació, me senté en una silla y pase mis dedos por mi cabello rascando mi cabeza y preguntándome si es que acaso me estaba volviendo loco, ¿Donde estaba mi jefe? ¿Era una broma?...







Sarah M. Riv. 




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